¿Existe en este momento, en toda la superficie de la Tierra, una inteligencia que pueda entender, aunque sea vagamente, cómo es posible que un hombre, en el Kremlin, tenga la posibilidad de hacer caer cualquier cabeza dentro de los límites de las fronteras rusas?
Esta pregunta no es de hoy, esta pregunta la formulaba una mujer de afilada inteligencia. Mientras aquí estábamos en plena guerra civil, Simone Weil escribía una breve Meditación sobre la obediencia y la Libertad, y se preguntaba sobre cómo puede una ínfima minoría gobernar sobre una gran mayoría de personas que se dejan mandar y maltratar.
En esta breve reflexión Simone Weil (que luchó junto a las mujeres republicanas en España…) dice lo siguiente:
Que muchos hombres se sometan a uno solo por miedo a ser masacrados por él es ciertamente sorprendente; pero ¿cómo comprender que permanezcan sometidos hasta el punto de morir por orden suya? ¿Cómo se mantiene la obediencia cuando comporta al menos tantos riesgos como la rebelión?
Weil escribía sobre la Rusia de Stalin mientras ahora tenemos la Rusia de Putin. Pocas diferencias las separan.
En cuatro páginas la inteligentísima Weil menciona, como en un tratado matemático algunas ilógicas ideas sobre el dominio de las minorías llegando a una conclusión sorprendente:
El número, por más que la imaginación nos lleve a creer otra cosa, es una debilidad …
El pueblo no está sometido aunque sea mayoría, sino porque es mayoría …
La noción de fuerza, y no la de necesidad, constituye la clave que permite leer los fenómenos sociales …
Simone Weil a veces era matemáticamente críptica, como si reservase la demostración de un postulado para los próximos siglos.
También concluía con un axioma:
El orden social, aunque necesario, es esencialmente malo, sea cual sea.
Y en este breve texto tenía tiempo de referirse al primero que escribió un texto de una fuerza colosal sobre la servidumbre humana, Étienne de La Boétie y su Discurso sobre la servidumbre voluntaria.
Colóquense a un lado cincuenta mil hombres armados, en el opuesto otro tanto; pongámosles en orden de batalla y que se enfrenten, los unos libres, luchando por seguir siéndolo, los otros por arrebatarles su libertad: ¿de qué lado pensaremos que se inclinará la victoria? ¿Quiénes creeremos que irán con más gallardía al combate, aquellos que esperan como premio a sus sufrimientos el mantenimiento de su libertad, o aquellos que no pueden esperar otra recompensa de los golpes que dan o que reciben más que la servidumbre del contrario?
¿No habla este texto del siglo XVI de la guerra de Ucrania?
Étienne es muy claro sobre esto. Los tiranos tiranizan porque una extensa fuerza de seres pasivos se lo permite. Sólo ellos guardan la llave de la finalización de esta servidumbre y, contrariamente a lo que podríamos pensar, el final no está en una revolución, bastaría con una concienciación, lo que en italiano se diría la consapevolezza.
Es curioso que otra inteligentísima mujer, Gabriella Tupini, se refiera a al consapevolezza como al lugar de salvación y redención del alma.
La lección es sencilla.
Putin durará hasta que el pueblo ruso se dé cuenta de que su dominio es un obstáculo al desarrollo de la libertad rusa.
Trump durará hasta que el pueblo americano se dé cuanta a quien ha entregado el alma.
Kim Jong-Un durará hasta que el pueblo de Corea del Norte (si Simone Weil lo hubiera visto, no lo podría creer) sienta la vergüenza de dejarse pisotear por un solo psicópata.
En Boétie y en Weil se da este interés por la espontánea subordinación de los seres humanos a la tiranía. Su interés es de una actualidad alarmante.
Una propuesta para contrarrestar tanta locura es la siguiente:
Magia evolutiva, de la italiana Gabriela Tupini en youtube.
@gabriellatupini
Altamente recomendable para huir del miedo que alimenta a este blog.
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